“Mientras estés vivo, viajar
es obligatorio”. James Reed
Suena la alarma. “Levántate
que vas a llegar tarde”, dice tu mente. Y entonces empieza: café, tapón,
trabajo, a la silla, al monitor, a la rutina, lo mismo… aburrimiento y estrés.
Y se sabe que el “estrés mata”. Y el
aburrimiento pues… aburre.
Pero ¿y qué tiene que ver
viajar con todo esto? Viajar puede ser todo lo contrario… Relaja y concede
múltiples beneficios, siendo el primero el más sencillo de todos: diversión.
Creatividad y solución de
problemas
Un estudio realizado en la
Indiana University apunta a que viajar aumenta la creatividad y la capacidad de
resolver problemas. El estudio también cita teorías psicológicas que indican
que al estar lejos de una situación tendemos a pensar de manera más abstracta y
surgen nuevas formas de atender o
resolver un problema.
Por su parte, la presidenta
de la Asociación de Psicología de Puerto Rico, Nydia Ortiz, coincidió con este
punto al abundar que “ciertamente nos beneficiamos psicológicamente al viajar y
exponernos a nuevas experiencias. Nos exponemos a nuevas formas de pensar y ver
el mundo”.
Asimismo, Ortiz indicó que
existen estudios de neurociencia que demuestran que nuevas conexiones neurales
se dan en el cerebro cuando cambiamos de panorama o “medio ambiente”. Es decir,
viajar a otra parte del mundo hace que nuestro cerebro cree “nuevos caminos
neurales” y se abre a la posibilidad de nuevas formas de pensar.
Volver a ser niño
El neurocientífico David
Eagleman -famoso por sus estudios sobre la percepción del tiempo en el Baylor
College of Medicine de Houston- dijo en entrevista con la revista The New
Yorker que “los adultos tienen un sentido más comprimido del tiempo que los
niños”, pero que “viajar te pone neuralmente en la misma posición que cuando
eras un niño”.
Escrito de otra forma,
viajar regresa tu cerebro al estado de asombro en que vivías cuando veías las
cosas por primera vez, cuando todo era nuevo, cuando eras niño. Viajar te da la
capacidad de asombrarte una vez más y así tu sentido del tiempo se expande.
Unas semanas de viaje por Asia podrían parecer una pequeña vida en sí misma.
Romper malos hábitos
Otro beneficio de viajar es
el hecho de que el cambio de ambiente es una buena manera de romper con malos
hábitos y comenzar una vida nueva.
“Del punto de vista de
conducta humana, el cambio de ambiente es favorable al cambio de hábitos.
Asociamos el mal hábito con unos ciertos lugares, experiencias y actividades.
Cuando cambiamos las asociaciones que hacemos en el cerebro, tenemos más
posibilidad de deshacernos de los malos hábitos; puede ser de ayuda cambiar el
ambiente. Está probado que el cambio de ambiente ayuda al cambio de hábitos”,
explicó Ortiz, quien se especializa en psicología de familia y pareja.
Ampliar nuestra visión del
mundo
Ortiz también mencionó que
experimentar otras culturas “amplía nuestro marco de referencia y vemos que
nuestra cultura no es la única”.
“A veces cuando las personas
no hemos salido de nuestro ámbito más cercano, no tenemos acceso a otras
mentalidades, otras ‘realidades’, a ver desde otros ojos el mundo”, expresó la
psicóloga.
Empatía y humildad
Asimismo, Ortiz indicó que
esta oportunidad de ver cómo se vive en otros países amplía la gama de
conductas que existen en el ser humano y “es mi experiencia que nos produce un
sentido de humildad, de horizontalidad, a entender que no somos el ‘ombligo del
mundo’ y nos ayuda a ponerse en los zapatos de otra gente, a tener más
empatía”.
Para concluir, citamos las
experiencias de múltiples viajeros que reportan que al regresar a casa después
de un largo viaje valoran más lo que tienen.
“Los viajes ayudan a valorar
nuestra cultura y nuestro entorno y reconocer lo bueno que tenemos en nuestro
país. Ayuda a poner en verdadera perspectiva nuestra situación… Si comparamos
nuestra experiencia con otros países del mundo, el análisis resulta diferente y
quizá no estamos tan mal como pensamos… comenzamos a valorar el clima, la
naturaleza, nuestra gente, nuestros valores… resalta más lo positivo”,
concluyó.
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